Crecimiento económico de EEUU, ¿falso positivismo o crónica de una muerte anunciada?


La economía de Estados Unidos se apuntó un crecimiento del 1,6% en el primer trimestre del año, lo que sin duda representa un sólido avance tras el difícil 2020 en el que el mundo entero y la nación más poderosa vivieron una crisis provocada por la pandemia del covid-19. Esta es la segunda estimación de las tres que el Gobierno americano realiza cada trimestre después de la concentración anual del Producto Interno Bruto del 3,5% registrado en 2020.

De acuerdo con la Oficina de Análisis Económico (BEA) esta alza se debe al gasto de los consumidores, (lo que supone dos tercios de la actividad económica) y también, por la compensación del descenso en sus exportaciones; no obstante, la ayuda más importante que ha vuelto a dar un respiro a la economía de la nación norteamericana, sin dudas son los paquetes de rescate aprobados por el Congreso desde diciembre del año pasado, entre los que destacan: transferencias directas de efectivo, extensiones de subsidio de desempleo y ayudas a pequeñas y medianas empresas. De esta forma y en lo que se refiere a la tasa anualizada (el indicador más utilizado en EE.UU y que muestra el crecimiento que tendrá la economía) de mantenerse este ritmo todo el año, la cifra podría llegar hasta a un 6,4% algo no visto desde los 80s.

Una apuesta contundente por parte del presidente Biden, quien sin duda, es en gran medida el responsable directo de las decisiones del Congreso y quien ha propuesto un multimillonario plan de inversión en infraestructuras y programas de protección social, y si a esto, sumamos las acciones llevadas a cabo por parte de la Reserva Federal, que sigue manteniendo los tipos de interés de referencia muy cerca del 0% y compras de bonos mensuales por 120.000 millones de dólares.

Una apuesta contundente por parte del presidente Biden, quien sin duda, es en gran medida el responsable directo de las decisiones del Congreso y quien ha propuesto un multimillonario plan de inversión en infraestructuras y programas de protección social, y si a esto, sumamos las acciones llevadas a cabo por parte de la Reserva Federal, que sigue manteniendo los tipos de interés de referencia muy cerca del 0% y compras de bonos mensuales por 120.000 millones de dólares.

¿Demasiado bueno para ser verdad? Así parece, pues algunos nubarrones comienzan a aparecer en el panorama, pues por otro lado, existen luces de alerta que han empezado a encenderse y preocupar a los economistas, quienes han visto subir la tasa de precios al consumidor hasta en un 0,8% situando la inflación interanual en el 4,2% la más elevada que se ha registrado desde 2008. ¿Por qué el nerviosismo? Porque de seguir así, la Reserva Federal podría iniciar la retirada de estímulo. Si a esto sumamos el sorprendente dato que nos arroja el freno de la creación de nuevos empleos con unos 266 mil nuevos puestos de trabajo frente al millón esperado por los analistas y que, paradójicamente el desempleo haya subido al 6,1 % no es extraño pensar mal en algo que grita a todas voces, una sonora contradicción.

Los republicanos, clara oposición del gobierno encabezado por Biden, culpan lo que a su juicio son subsidios que han comenzado a “pasarse de la raya” por una cuestión que según sugieren, va más enfocada a mantener su popularidad que a pensar en realidad sobre lo que conviene al país económicamente hablando; pues todas sus políticas desactivan la búsqueda de empleo y desaceleran otros puntos importantes para mantener a flote a la nación.

Por otra parte, los expertos economistas apuntan que todo se trata de que aún existe reticencia de la gente a querer exponerse ante la persistencia de la pandemia y un reajuste del mercado laboral.

Veremos lo que sucede en los próximos meses y comprobaremos si esta vez, el tío Sam, no está consintiendo demasiado a su hijo, pues el precio por no verlo llorar hoy, podría resultar contraproducente mañana.

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