Las ayudas del gobierno de Estados Unidos, el mayor impedimento para generar nuevas fuentes de trabajo.

¿Escasez de trabajadores o demasiados estímulos del gobierno norteamericano? De acuerdo a información de la agencia EFE, la tasa de desempleo pasó del 14,7% en febrero de 2020 a solo el 6% en marzo de este año, cuando el congreso aprobó un tercer paquete de estímulo fiscal por valor de 1,9 billones de dólares con ayudas de hasta 1,400 dólares por ciudadano. Economistas señalan que se trata solo de un reajuste entre la oferta y la demanda laboral a través de los salarios.

No obstante, parece ser que se gana más cobrando subsidios que trabajando, pues mientras el gobierno de los Estados Unidos tenía contemplado crear un millón de nuevos empleos para el primer cuatrimestre de este año, tan solo ha logrado 260.000 puestos. ¿La razón? Los rebrotes y la cautela con que algunos habitantes del vecino país del norte están viviendo esta tregua que la pandemia por COVID-19 nos está dando; algo así como un para qué arriesgarse a poner en juego la salud por unos cuantos dólares si el gobierno me está proporcionando lo que necesito.

Y mientras tanto, el sector empresarial se esfuerza para poder atraer empleados; como es el caso de la cadena de comida rápida Chipotle, que anunció esta semana una subida de 15 dólares por atraer más empleados o Uber, que ha anunciado una elevada demanda y un claro aumento de los ingresos por conductor en niveles que ya son considerados “históricos”. Sin duda una paradoja que resulta casi absurda cuando en marzo de este año se registró 171.000 migrantes en la frontera, alcanzando un máximo histórico que no sucedía desde hace 15 años. Un aumento de hasta un 70% desde enero que Biden tomó posesión de su cargo, un efecto para miles de familias del llamado “Triángulo de Centroamérica” que abandonan sus hogares en El Salvador, Honduras y Guatemala, quienes buscan dejar la violencia, pobreza y estragos del cambio climático que viven en sus países de origen.