Tokio 2020 ¿el gran fracaso financiero o la nueva hazaña del pueblo del sol naciente?


Para nadie es una sorpresa que el gasto financiero ocasionado por unos Juegos Olímpicos es excesivo y que en muchos de los casos, el coste-beneficio para las naciones que acogen la gran justa deportiva, termina siendo negativo; basta echar un ojo a las instalaciones de Río o las de Grecia, en donde los grandes estadios o Villas Olímpicas que albergaron a deportistas de la talla de Michael Phelps o Rafael Nadal, hoy lucen como locaciones fantasmas de una película de terror. ¿La razón? El coste de mantenimiento termina por devorar la prevalencia de un sueño deportivo costoso, haciendo casi imposible mantenerlos en pie para dar continuidad a la promoción del deporte en las nuevas generaciones y dejando la flama olímpica encendida en muy pocas naciones (como en el caso de Estados Unidos, España o Reino Unido), que aún hoy en día, siguen sacando el máximo provecho de las instalaciones de sus respectivos Juegos Olímpicos.

No obstante y desde hace ya más de 15 años, analistas y economistas de todo el mundo han puesto en tela de juicio qué tan necesario es organizar este tipo de eventos, buscando a través de distintas reformas reducir los costos y poniendo un tope máximo en aras de evitar que el gasto sea exagerado.

Para muestra, Tokio, con una inversión de 15,400 MDD, quienes han elevado sus costos originales en un 42%. ¿Un gasto excesivo? ¡Claro que sí! De acuerdo a la Universidad de Oxford y documentos del propio Comité Olímpico Internacional, de 2000 a 2021, tan solo por los juegos de verano, se han gastado 102,500 MDD en seis ediciones, unos 17,000 MDD por cada una en promedio. Michael Payne, quien fuera director de Comercialización de los Juegos Olímpicos y uno de los creadores del programa comercial TOP del COI, es uno de los defensores de los juegos… “hay que pensar más allá de los costos generados, los beneficios también cuentan y mucho… la mejora para el desarrollo de las ciudades es innegable, mejor transporte, más seguridad, estructuras a largo plazo… ahí está el ejemplo de Barcelona (1992)…” La contraparte la expone David Goldblatt, autor del libro “The Games, a Global History of the Olympics”. Quien asegura que existen otras tres fuentes de inflación de costos que persiguen a aquellas naciones que se adjudican la sede de la máxima justa deportiva: la arquitectura grandiosa y experimental, los precios irrazonablemente altos de proveedores y contratistas y por último, pero no menos importante, los préstamos a largo plazo… un punto de inflexión que se alcanzó en Montreal (1976) y que aunque parezca mentira, terminó pagando en 2006.

Para Tokio 2020, el Comité Organizador facturará unos 3,000 MDD por patrocinios locales, una cifra récord en este sector, no obstante, el golpe viene en la venta de boletos, del que se tenía un estimado de 800 MDD, si bien les va, éste será de menos de 400 MDD… el problema más grande quizá sea el de la “solución” para amortiguar el gasto de miles de millones de yenes, un nuevo subsidio por parte de los contribuyentes, algo así como un “impuesto olímpico”, un temor que crece más entre los nipones, quienes ven lo sucedido con los griegos y los juegos que albergaron en Atenas 2004, donde de acuerdo a Britannia, cada hogar griego pagó 50,000 euros. En Japón, si dividimos la inversión privada y pública, el costo para cada uno de los 126 millones de habitantes, sería de unos 8,200 dólares.

Así, y tomando en cuenta los estragos de la pandemia mundial por covid-19, los grandes beneficios de estos juegos, no se ven por ningún lado y lo que es peor, ni siquiera se ve por dónde Tokio pueda “salir tablas” de este evento que para muchos, ya hizo historia y no precisamente de esa que es agradable recordar. Solo el tiempo dirá si el pueblo del sol naciente, logra levantarse de una más de sus tragedias y seguir imponiendo al mundo el gran ejemplo de un pueblo fuerte que afronta las desgracias siempre de la mejor manera.

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